Salvador de Bahia
Brasil - 14 de septiembre, 2006
El Pelourinho
Llegamos a Salvador una mañana de domingo, en avión. Tomamos un bus desde el aeropuerto hasta el famoso barrio de Pelourinho. Queríamos estar ahí, en el sitio donde se formó esta ciudad y de ahí salió la historia de este gran país. Lugar de esclavos, El “largo do Pelourinho” es una pequeña plazoleta en medio de una ladera rodeada de edificios coloniales, coloridos, entejados, de varios pisos, hasta 3, iglesias y mucha vida, vida de negros. Hoy se ha vuelto un lugar turístico pero tiene un encanto, una magia que atrapa.
Vista del centro histórico de Salvador
en lo alto de un cerro
En el Pelô, como se le abrevia a este sitio, siempre hay “barulho” (bulla), sea de gente que grita, sean tambores, grupos de capoeira, bandas o comparsas que pasan por las calles invitando a la gente a salir a bailar.
El martes o “terça feira” siempre hay fiesta por la noche, ya es una vieja tradición que originalmente estaba relacionada con la bendición de San Antonio y por eso le llaman “terça de bençao” (martes de bendición). El pueblo recibía pan en la iglesia de Nossa Senhora do Rosario dos Pretos, en el mismo centro de la ladera, pero luego todos salían a bailar a las calles, pobres pero alegres.
Hoy se sigue organizando una fiesta todos los martes y ese día el gobierno local arma varias plataformas donde algún grupo de MPB (música popular brasileña) va a alegrar el ambiente y todos bailan y se divierten hasta la medianoche.
Hubo un poste en el centro de esta plazoleta que era el símbolo más cruel de un “pelourinho” o “sitio de castigo” ya que ahí se amarraba a los esclavos que habían cometido algún “crimen” para castigarlos en público y hacer que la población aprendiera a “respetar a los señores”. El poste ya no existe, algún gobierno quiso borrar la vergüenza quitándolo de en medio.
Casa Jorge Amado
En ese mismo lugar hay un edificio muy significativo y es un centro cultural donde se rinde homenaje a una persona que amó a Bahía: Jorge Amado. Este escritor maravilloso siempre reflejó en sus novelas la vida del bahiano, su idiosincracia, sus creencias, sus bellezas y sufrimientos.
La Casa de Jorge Amado fue un lugar especial donde tuvimos la oportunidad de sentarnos a aprender sobre su obra y su amor a Bahía. Escribió 37 libros y de ellos salieron varias películas protagonizadas casi todas por la actriz brasileña Sonia Braga. En este centro cultural proyectan cada día alguna de esas películas.
Tuvimos la oportunidad de sentarnos a ver “Doña Flor y sus dos maridos”. Además de deleitarnos con el realismo mágico que lleva la trama de esta historia nos sentimos bastante emocionados al reconocer cada espacio del filme ya que fue realizado en el Pelô. “Mira la iglesia del Carmen! Ah! Y esa casa de azulejos donde ellos viven yo la vi!”.
Pero lo más mágico fue que la escena final de la película presenta la salida de la misa dominical en la iglesia Nossa Senhora do Rosario dos Pretos, doña Flor saliendo de misa con sus dos maridos, uno a cada lado y bajando la calle empedrada. Terminó la película con el tema tan conocido de Chico Buarque, “Oh, qué será, que será!” Salimos y justamente lo primero que vimos fue la iglesia del Rosario e imaginamos a doña Flor bajando por ahí.
Largo de Pelourinho
Iglesia de N.S. do Rosario dos Pretos
Sin embargo, si alguien pregunta qué fue lo más impresionante de Salvador, sin pensarlo dos veces,diremos que fue su gente. La mayoría de la población de esta ciudad tiene bastante de negro. Es vivir un Africa brasileña. Ya desde el primer día que entramos a almorzar a un lugarcito cerca de la iglesia del Carmen nos sentimos bien recibidos. Nos atendió Melqui, un señor de piel quemada y cabellos blancos, muy alegre y bromista. Las paredes de su restaurante eran gruesas, de piedra mezclada con aceite de ballena, hechas por esclavos, nos explicó. Cada día volvíamos al mismo sitio a almorzar porque, además del buen sabor, apreciábamos hablar con él y su ayudante, Moses. Algo similar nos pasó en un cafrecito encantador frente a la iglesia de San Francisco. Nilza preparaba unos postres como de dioses y además ella irradiaba fuerza y ternura.
Mujer bahiana vendiendo comidas tradicionales
Candomblé
Una tarde caminábamos por ahí cuando vimos un local que decía “Afoxé Filhas de Olorum”. Buscamos en el diccionario la palabra “afoxé” pero no apareció, entonces para salir de la duda nos asomamos a ver si había alguien para preguntar sobre el significado. Un negro alto de anteojos con mucho aumento, sus cabellos de rasta muy largos y una enorme sonrisa, nos atendió amablemente. Era Bob Bahiano, el nombre artístico que él usaba desde hacía muchos años. Bob es un personaje lleno de ternura que inició este “afoxé” porque le preocupa la vida de las mujeres.
Nos dijo que un "afoxé" es un grupo que participa en el carnaval con bailes de candomblé. Empezamos por pedirle que nos hablara un poco del "candomblé". Ahí empezamos a entender que estos ritos se originaron en Africa y cuando los negros de diversas naciones africanas fueron traídos a Brasil como esclavos, ellos quisieron seguir realizando los ritos que siempre habían conocido. Sin embargo, los señores dueños de sus vidas les imponían practicar la religión católica y les prohibían adorar a sus antiguas deidades. Para poder continuar adorando a sus "orixás" o dioses, la población comenzó a identificar a cada uno de ellos con un santo católico. Así, por ejemplo, Yemanyá, que es la dueña de las aguas, se identifica con Nuestra Señora de la Concepción; Yansá, que es el orixá de los vientos y las tempestades, va a ser Santa Bárbara. El candomblé resultó ser ese sincretismo entre religiones africanas y el catolicismo, la gente siguió reuniéndose por siglos en lugares secretos llamados "terreiros" y haciendo las danzas y ofrendas a determinado orixá, aunque en el "templo" tuvieran que seguir el ritual católico con santos blancos.
Tallados de Oxalufá, Yemanyá, ... y Yansá
Olorum es el dios supremo, creador de todo. El afoxé de las hijas de Olorum está compuesto por unas 800 mujeres que se preparan para tocar y bailar en dos grandes eventos anuales, uno de ellos es el carnaval de febrero. Todas estas mujeres participan del candomblé. Bob tiene la opinión de que las personas del candomblé tienen un nivel cultural muy bajo. Estas mujeres no tienen grandes posibilidades en la vida, la mayoría son explotadas por sus parejas, son como esclavas porque no saben como defenderse. Bob tiene como objetivo dar orientación y motivación para que ellas se superen, estudien y sean más independientes. El afoxé es una forma de llevar el candomblé a las calles, es la parte cultural de estos rituales tan antiguos, pero también es un medio para acercarse a las mujeres y darles una luz y un apoyo real para crecer.
El martes a las 6 de la tarde nos fuimos a la misa en la iglesia de Nossa Senhora do Rosario dos Pretos. Este es un evento muy particular ya que está lleno de cantos con mucho ritmo y energía, la gente baila especialmente cuando hacen las ofrendas de pan y vino. Imaginamos que en esta misa se manifiesta mucho de ese sincretismo religioso del candomblé y no sabemos en donde estaba la línea que realmente divide cada creencia, la católica y la antigua religión africana.
La gente baila y canta, tal vez sintiendo fe en Olorum, el dios supremo, aunque en el templo se lea la Biblia y se le llame Yavé. Este es un tema delicado e interesante que no creemos haber comprendido en su totalidad pero que nos enfrentó a una realidad diferente de un pueblo que fue arrancado de sus tierras y traído a un continente extraño donde le fueron impuestas nuevas creencias.
Day Trival
Paseando por la “Plaça da Sé”, en donde se encuentran las hermosas iglesias de San Francisco y la Catedral, vimos una serie de telas muy coloridas y vivas que en un segundo piso de un edificio nos invitaban a subir e investigar de que se trataba todo aquello. Un negro muy simpático nos mostró su tiendita-taller en donde había camisteas, pantalones, vestidos y faldas pintadas con los más locos diseños de flores, estrellas y soles. Su nombre era Day Trival quien además de artista plástico resultó ser compositor de importantes canciones que un amigo suyo interpretaba en el famoso carnaval de Bahía.
Day es una persona soñadora, crítica y preocupada por los problemas sociales de su ciudad. Criticó fuertemente al gobierno del presidente Lula y a la policía de Bahía. Con mucho enojo nos decía que el gobierno debía enseñar profesiones o trabajos a los jóvenes para que tengan herramientas para lograr una vida digna. Según él, las autoridades sólo promueven ciertos deportes y manifestaciones culturales para mantener a la gente contenta y aletargada, muy lejos de los problemas reales que les afectan.
También nos contó que la policía es una gran mafia en Bahía ya que ellos mantienen el vicio de drogas de los chicos de la calle, proporcionando cocaína y crack a estas personas. Con esto logran que siga habiendo personas drogadas en la calle y así obtienen fondos internacionales para ayuda a esa misma gente. De estos fondos se beneficia el gobierno local, algunas organizaciones y, por supuesto, la policía. Una gran paradoja!
Este personaje es realmente alguien carismático que tiene un imán que atrae a locales y a algunos extranjeros que buscan un acercamiento real a la gente de Bahía. La gente llega a su taller a verlo trabajar, a hablar de música, a pedirle algún consejo o favor y hasta a fumar un puro de “maconha” (marihuana), lo cual él piensa que no es una droga y que es parte de su cultura.
Grafiti en una pared de Salvador
Fue interesante ver a un hombre adulto acercarse una noche y pedirle a Day que le guardara 50 reales. Nuestro amigo nos explicó que aquel hombre tenía miedo de gastar su dinero en una noche de fiesta en Bahía por lo que acudía a él para que le guardara su billete. Day es como un padre para mucha gente en el Pelourinho.
En la isla de Itaparica, Day tiene una propiedad bastante grande, llena de árboles, montaña y agua. Ya nos habían dicho que los brasileños tienen fama de hospitalarios y Day no fue la excepción, terminó ofreciéndonos su casa. Nosotros no queríamos perdernos aquella oportunidad e hicimos nuestros planes y nos dispusimos a pasar el fin de semana con nuestro nuevo amigo. Salimos a las 6 de la tarde de Bahía en un barco de transporte público que en una hora nos llevó hasta Itaparica. El barco iba lleno de gente que venía de trabajar en Bahía, en su mayoría mulatos y negros que bebían sus cervezas y compraban “amendoín” (maní o cacahuate) pelado y empacado en conitos de papel. El mar estaba agitado y a la llegada tuvimos muchos movimientos bruscos que provocaban mareos y náuseas. Quizá Yemanyá necesitaba alguna “ofrenda” para calmar las aguas de la bahía.
Tomamos un microbús que nos llevó cerca de la casa de Day. Caminamos por una calle de tierra oscura y llena de charcos. Finalmente llegamos a una casa grande que parecía más bien otro taller de Day. Tenía las cosas básicas para sobrevivir y nos puso a nuestra disposición todo lo que tenía. Habíamos comprado tomate, queso y pasta para cocinar algo para la cena. También teníamos cachaça (licor de caña muy tradicional en Brasil) y limones para hacer “caipirinha”. Solamente nos faltaba hielo para poder disfrutar de aquella bebida tan deliciosa. Le preguntamos a Day donde podríamos conseguir hielo y él sin pensarlo dos veces nos dijo que iríamos por el hielo donde un amigo suyo. Tenía un bocho bastante destartalado en el que nos fuimos a buscar el ingrediente que faltaba.
Ciudad de Salvador vista desde
la isla de Itaparica
Muy cerca de la playa vivía su amigo quien nos dijo que no tenía hielo. No había otros lugares donde buscar ya que los restaurantes, bares o tiendas ya estaban cerradas. Day aprovechó la salida para mostrarnos la playa y nos contó de sus planes de salir a ver el mundo y regresar en unos cuantos años para hacer en su terreno un proyecto para ayudar a jóvenes de la calle a recuperarse de las drogas y a enseñarles algún trabajo con el cual puedan ganarse la vida. Sus ojos brillaban pensando en aquello y a nosotros nos emocionaba tanto optimismo y empeño. De regreso a su casa en un último intento por conseguir el hielo terminamos empujando el bocho ya que en un momento el carrito se reusó a caminar.
El fin de semana en la isla tuvo que acortarse ya que el sábado por la tarde regresamos a Bahía. La noche anterior no habíamos podido dormir en toda la noche, los mosquitos y el calor no nos dejaron pegar los ojos. Del repelente no se enteraban los malditos bichos y si nos cubríamos con la sábana el calor era insoportable y de todas formas seguían picándonos a través de ella.
A la mañana siguiente le dijimos a Day muy apenados que pasaríamos el día en la playa y que por la tarde nos regresábamos a Bahía. El estaba también apenado y trataba de buscar soluciones contra los mosquitos para que pudiéramos quedarnos hasta el domingo como era el plan. Finalmente aceptó nuestra decisión y nos dio todas las indicaciones necesarias para volver a Bahía después de disfrutar el día en la playa.
Ya con luz fuimos a conocer la propiedad toda llena de árboles, pozos de agua y algunas plantas productivas sembradas por el mismo Day. Ahí nos volvió a contar de su proyecto y nos invitó a regresar algún día para ver sus sueños hechos realidad. Después de un relajante día en la playa para recuperar un poco de energías de la mala noche nos dirigimos al muelle en donde tomamos la embarcación que nos llevaría nuestra linda y mágica Bahía de Todos los Santos.
Etiquetas: Brasil
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