El blog de los Caracoles Errantes

Viajando por largo tiempo llevando todo en nuestra espalda y nuestra casa es nuestra mochila

19 octubre 2006

Rio de Janeiro
Brasil - 9 de Octubre, 2006

La ciudad de Río de Janeiro está bendita por la naturaleza, con morros o formaciones de roca que salen desde el nivel del mar hasta alcanzar más de 1000 metros, caprichosas formaciones, islas y hermosas playas a lo largo de la bahía de Guanabara, múltiples zonas verdes incluyendo el Parque Nacional de Tijuca, de 120 km2 y que representan un importante remanente de mata Atlántica o bosque lluvioso Atlántico. Todo esto contrasta con grandes edificaciones, super carreteras y las famosas favelas (grandes asentamientos dentro de la ciudad donde vive la gente en condiciones deprimentes) conforman la llamada ciudad maravillosa.


Vista de Rio de Janeiro

Llegamos en avión desde el Nordeste de Brasil, la madrugada estaba despejada y el espectáculo de luces y el mar era impresionante. Nos quedamos en Catete, una zona antigua, segura y bonita, no tan cara como las famosas playas de Ipanema y Copabana. Catete definitivamente resultó ser un lugar tranquilo y auténtico que nos permitió ver la vida cotidiana del carioca (nombre con el que se conoce a los habitantes de Río).


Decorado de las aceras con mosaico
en blanco y negro

La pequeña tiendita en una esquina que vende jugos, hamburguesas y pizza, en donde escuchábamos de algún mesero: “caixinha gorda” (cajita gorda) cada vez que alguien dejaba una buena propina y el resto de ellos contestaban a coro: “obrigado” (gracias), era muy gracioso; el vendedor de “tapioca” (una especie de tortilla de harina de yuca con relleno de banano, coco o queso) quien muy amistosamente nos contaba como ha mejorado la seguridad en Catete, mientras preparaba nuestras tapiocas; ver a la gente disfrutando de una “caipirinha”, la bebida tradicional del Brasil, elaborada con azúcar, hielo, limón y licor de caña, en los bares improvisados en las aceras; fueron algunos de esos acercamientos con el día a día de los cariocas.
Copacabana e Ipanema son quizá las playas más famosas y concurridas del mundo, todos quieren vivir cerca de esas hermosas playas de arena blanca y es por eso que una gran cantidad de edificios de varias docenas de pisos se levantan a pocos metros del mar. La vida en la playa es muy agitada, cientos de bañistas tomando el sol, personas de distintas edades, algunos jugando voleibol de playa, la presencia de un número importante de vendedores que se ganan la vida alquilando sillas para el sol o vendiendo una bebida fría para el calor, son las escenas que dominan Copacabana e Ipanema.


Vista de Copacabana

Santa Teresa es uno de los barrios más antiguos de Río, ahí no hay grandes edificaciones, sino hermosas residencias que sirven de vivienda a artistas y bohemios. Subiendo y bajando laderas, fuimos descubriendo los lindos rincones, magníficas vistas y hasta la sorprendente presencia de un grupo de tucancillos que volaban de un lado para otro, en las zonas verdes que aún existen en el sitio. Finalmente descendimos al centro de Río, en el tranvía que aún funciona como medio de transporte y que termina de brindar la ambientación necesaria para creer que el tiempo no ha pasado por el barrio de Santa Teresa.


Tranvía en el Barrio de Santa Teresa

Las visitas al Pão de Açúcar y al Cristo de Corcovado son obligatorias para cualquier visitante de esta ciudad, el principal atractivo de estos sitios es sin duda las impresionantes e inolvidables vistas de la ciudad maravillosa. El Pão de Açúcar se sube por medio de un teleférico, en donde se alcanza una altura de casi 400 metros. El día que visitamos este morro regresamos a Catete caminando por las playas de Botafogo y Flamenco. Ya Carlos y Jorge habían recorrido estas playas varias veces al hacer sus 40 minutos de carrera de día por medio.


El Pão de Açúcar desde la playa de Botafogo

La visita al Cristo de Corcovado fue muy dura y satisfactoria a la vez. El señor del hotel nos había dicho que se podía caminar hasta allá, que no era peligroso y que el ascenso sería cansado e implicaba esfuerzo físico. La primera parte del camino fue hermosa y tranquila, subimos por una zona residencial llena de bosque y bonitas construcciones. Aunque la mañana estaba lluviosa y nublada, cuando llegamos al mirador Doña Marta, el tiempo cambió, permitiendo ver las maravillosas vistas de la ciudad y además del Cristo Redentor.


El Cristo Redentor

La otra parte del recorrido fue entre la mata Atlántica del parque de Tijuca, aunque teníamos que caminar por la carretera y los carros subían rápidamente y debíamos cuidarnos de ellos. Cansados, pero muy satisfechos llegamos hasta el Cristo del Corcovado. A todo nuestro derredor teníamos vistas de toda la ciudad con sus playas. Fue muy significativo identificar los lugares que ya conocíamos de Río, decíamos entusiasmados: Mira Ipanema y Copacabana. Ahí está Santa Teresa, y el centro histórico. Ese es el estadio de fútbol Maracaná. Ahí están Flamenco y Botafogo en donde corremos. Qué lindo se ve el Pan de Azúcar!


Triunfantes alcanzamos el Corcovado a pie y
disfrutamos de la vista del Pão de Açúcar

Algo que también nos agradó fue que no tuvimos que pagar la entrada, ya que era día feriado por celebrarse el aniversario de la Independencia de Brasil. Ya de regreso a Catete, nos dimos como premio a nuestro esfuerzo una deliciosa cena en un restaurante japonés.
La ciudad de Río es definitivamente un lugar privilegiado por la naturaleza, es un sitio de grandes contradicciones en donde se tienen problemas de pobreza y grandeza, un lugar con una problemática social difícil de resolver, una de las ciudades más grandes del mundo en donde su gente simpática y amable no ha perdido esa amabilidad tan singular que caracteriza al pueblo brasileño.

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