El blog de los Caracoles Errantes

Viajando por largo tiempo llevando todo en nuestra espalda y nuestra casa es nuestra mochila

21 junio 2006

El Caribe Colombiano
Colombia 10 de mayo, 2006

Cartagena de Indias

          Como tres bucaneros en busca del tesoro nos fuimos a los mares de Cartagena, la ciudad amurallada, tierra original de los indios Zenú hasta la llegada de los españoles en 1533.  Esta hermosa ciudad colonial, construida a las orillas del Caribe colombiano, tuvo su importancia en los siglos XVI y XVII, ya que fue un puerto comercial entre América y Europa. 


Vendedora de dulces

La historia de Cartagena se entrelaza con tres hilos de matices culturales distintos: los indios Zenú, los españoles y los negros, que actualmente entretejen un bordado multicultural que podemos notar en sus calles y casas, en los sabores y olores de la comida, en la forma de ser y de hablar, en la música y en la danza, etc.  Estar ahí nos hizo conocer una pequeña parte de su historia, pudimos visitar el Museo del Oro con una muestra del arte orfebre precolombiano, el Palacio de la Inquisición con una clara muestra de los instrumentos usados para la tortura de los herejes, y el Castillo de San Felipe de Barajas (fortaleza de piedra representativa de la ciudad).


Vendedora de frutas

Recorrer Cartagena es toda una aventura, pero es más impresionante si se hace de noche, la rumba cartagenera es bullanguera, la gente deambula por las calles, las volantas (carretas tiradas por caballos) paseando por callejones, y en las plazas no pueden faltar los trovadores, que al igual tocan canciones románticas como vallenatos que ponen a bailar al más “entumido” de los noctámbulos; en fin, Cartagena de noche es todo un espectáculo de luz y de fiesta.

 


Hermosos balcones de madera



Vista de la ciudad antigua
(Templo de Santo Domingo)

Algo que llamó nuestra atención fue la visita al Palacio de la Inquisición, estar ahí fue remontarnos a épocas de herejes.  Fue sorprendente conocer desde “la ventana de las denuncias” hasta la báscula en donde se pesaban a “las brujas” (una persona con poco peso era sospechosa pues las brujas eran livianas para poder volar).  Afortunadamente la Santa Inquisición es historia, así que aquí apuntamos una oración de brujería que recomendamos a todas nuestras amigas brujas y esperamos que el hechizo surta efecto:

Oración del señor de la calle

Señor de la calle,
Señor de la calle,
Señor compadre,
Señor cojuelo.

Que hagáis a XXX
que se abrace solamente a mí,
y que me quiera y que me ame,
y que si es verdad
que me ha de querer,
que ladre como perro,
que rebuzne como asno
y que cante como gallo.


Tayrona

          En el Mar Caribe y no muy lejos de Santa Marta se encuentra un paradisíaco lugar, el Parque Nacional Tayrona.  Está situado en un litoral bastante particular ya que en 42 kilómetros el terreno se eleva desde el nivel del mar hasta alcanzar los 5700 metros en la Sierra Nevada de Santa Marta; esto hace posible la existencia de una gran variedad de ecosistemas entre los que se pueden encontrar: desierto, manglar, arrecife coralino, bosque seco, bosque húmedo y páramo.  Los Tayronas escogieron esta zona para establecer sus pueblos debido a la gran gama de productos que podían obtener de tantos ecosistemas.


Restos de un barco encallado en las rocas

          El mar color turquesa está bordeado por formaciones de piedra, las cuales toman formas caprichosas al encontrarse una roca sobre otra que se sostienen entre ellas desafiando las leyes de la física.  Encontramos hospedaje en un lindo ranchito ubicado en lo alto de una montañita formada por estas mismas rocas, casi rodeada en toda su circunferencia por el mar.  Era un ranchito encantador en donde se sentía la brisa del océano todo el tiempo ya que teníamos que dormir en unas hamacas en la parte baja del rancho que no tenía paredes.
          Después de un largo día de sol, playa y mar nos fuimos a descansar a nuestras cómodas hamacas, cuando ya teníamos cuatro horas de sueño empezamos a sentir que el viento ya no estaba solo, ahora lo acompañaba la sorpresiva lluvia.  Se oían puertas, tablas y bolsas moverse sin parar.  Nosotros tratábamos de cubrirnos del agua lo más que podíamos.  A todos esos ruidos se unió el susurro de otros viajeros que compartían la cabaña, quienes apresuradamente trataban de colocar sus cosas en un lugar más seguro y protegido del agua. 


La cabaña

Yo (Jorge) decidí encender el foco y ver lo que pasaba en nuestro refugio.  El agua estaba por todos lados y al igual que las maletas de los otros compañeros, nuestras mochilas se estaban mojando.  Me levanté a poner las cosas a salvo y no pude librarme de empaparme los pies.  Una vez terminada mi misión y verificar que Carlos y Ricardo estaban a salvo, me fui a esconder de nuevo en mi maravillosa hamaca.


Antiguo camino de piedra

          Al día siguiente nos levan-tamos comentando cada quien su experiencia.  Los tres coincidimos en que aquello nos había parecido una tormenta en medio del mar y que nuestra cabaña se había parecido a un barquito en alta mar.  Confiábamos en el dicho que dice que después de la tormenta viene la calma y así fue,  el día siguiente fue muy hermoso.  Tomamos nuestras provisiones y nos fuimos a buscar la zona arqueológica “el Pueblito”. 


Choza Tayrona emplazada en un antiguo montículo de piedra

Caminamos dos horas rumbo arriba disfrutando de la exhuberante naturaleza y de un sorprendente camino de piedra que muestra el ingenio de los Tayronas y la generosidad de la naturaleza al brindar el material para hacerlo.  Disfrutamos de nuestro delicioso almuerzo (atún con mayonesa y chícharos o alberjas con galletas) en las terrazas circulares construidas hace muchos años por los Tayronas, las cuales todavía son habitadas por sus últimos descendientes.  Sin duda fue una hermosa temporada en las tierras de estos primeros pobladores.


Niña Tayrona

 

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