El blog de los Caracoles Errantes

Viajando por largo tiempo llevando todo en nuestra espalda y nuestra casa es nuestra mochila

20 noviembre 2006

Fauna de la Patagonia
Argentina, 19 de Noviembre, 2006


Seguramente serán pocos los que han escuchado hablar del Spheniscus magellanicus y de la Eubalaena australis.  Estos son los dos personajes principales de esta historia, no haciendo de menos a los demás que forman parte del paisaje patagónico.


Pingüino magallánico

La llegada  a Puerto Madryn fue algo cansada pues el largo viaje de 21 horas dentro del autobús fue aburrido, pero con solo saber lo que nos esperaba nos olvidamos del cansancio.  Después de instalarnos en el hostal dimos un pequeño recorrido por el lugar pero el frío nos obligó a regresar.  El plan era recorrer la península Valdés y visitar varios parques naturales protegidos donde llegan pingüinos, lobos marinos y elefantes marinos, así como embarcarnos para ver de cerca a las ballenas francas australes.  Sabíamos de antemano que la estadía en esta zona implicaría mayores gastos pero valía la pena el esfuerzo. 
En el viaje que hicimos desde Buenos Aires hasta Puerto Madryn habíamos conocido a un holandés llamado Rolf quien sería un compañero más en el paseo por la península.  Acordamos rentar un carro por dos días para tener mayor libertad de movernos en estos largos recorridos. 
El primer día nos fuimos a Punta Tombo que está situada a 170 kilómetros al sur de Puerto Madryn.  En el camino pasamos a ver un área protegida donde llegan los lobos marinos a aparearse.  Hacía un poco de frío y la marea baja nos permitió ver a una manada de estos  animales en la playa.
Continuamos a Punta Tombo donde fuimos a conocer al Spheniscus magellanicus o mejor conocido como pingüino de Magallanes.  Fue sorprendente poder estar dentro del parque y ver de cerca los nidos con huevos ya que es temporada de reproducción.  El pingüino macho es quien se encarga de preparar el nido y la hembra pone dos huevos que ambos cuidan durante 40 días hasta que nazcan los polluelos. 


Pingüino cuidando los dos huevos

Hicimos una caminata larga por la zona de los nidos y la costa, los pingüinos deambulaban por todos lados, iban al mar, regresaban al nido, tomaban el sol, observaban al turista, etc.  Tienen una forma curiosa de caminar, se balancean, se acicalan las plumas, cada pareja tiene un sonido especial que los diferencia del resto y es lo que les ayuda a encontrar a su pareja cuando uno de ellos regresa después de ir a buscar alimento.


Un pingüino simpático comparte
con los caracoles errantes

Esta colonia de pingüinos magallánicos tiene alrededor de 500000 miembros y cada año visitan esta área para reproducirse.  Es por esto que el gobierno de la provincia de Chubut ha puesto en marcha programas de protección e investigación.


Pingüinos en sus nidos

Al regreso hacia Puerto Madryn visitamos un pequeño pueblo de inmigrantes galeses llamado Gaiman.  Aquí existe una antigua tradición de servir el té con una gran cantidad de tortas cuyas recetas son antiguos secretos de cocina de las familias que los preparan.  Entramos a una de estas casas de té y compartimos uno de estos servicios en un lugar muy acogedor.
Al otro día nos esperaba una experiencia inolvidable, conocer de cerca a la famosa Eubalaena australis o ballena franca austral.  Viajamos hacia el lado opuesto del día anterior, hacia la reserva faunística Península Valdés.  Llegamos a Puerto Pirámides en donde nos embarcamos a la gran aventura.  El día estaba un poco frío aunque el sol alumbraba fuerte.  Un rato de espera y todos a bordo!  Fueron varios minutos de espera para poder ver la primera ballena.  Fue emocionante ver a lo lejos como saltaba, ver la cola cuando hacía inmersión y el chorro de agua cuando se oxigenaba. 
Aunque se veían varias ballenas, el capitán decidió seguir buscando hacia mar adentro ya que por esa región había otras embarcaciones que también estaban observando las ballenas.  Después de alejarnos de la costa nos encontramos con una ballena madre y su cría.  Fue fabuloso, ella muy cuidadosa de su pequeño bebé de cuatro metros de largo y media tonelada de peso nadaron junto al barco.  La ballena bebé o ballenato daba vueltas sobre el agua, mostrando la panza, la aleta, la cola, era todo un espectáculo inolvidable.  Aunque intentáramos guardar silencio los gritos de emoción se escapaban.  El momento culminante fue cuando las ballenas pasaron por debajo del barco emergiendo a pocos metros de nosotros.  Casi las podíamos tocar, las pudimos ver a través del agua fría.  Aparentemente el tiempo fue corto pero ya había pasado una hora y media y debíamos regresar a tierra firme.  Estábamos muy contentos y satisfechos de haber vivido esta grata experiencia.


La ballena franca austral
sale y abre su boca

Seguimos recorriendo la península.  Hicimos una parada en un mirador a la orilla del mar.  En la playa había una colonia de elefantes marinos.  Ellos se reúnen en grupos con un macho, varias hembras y sus crías.  El macho defiende su territorio y ataca a cualquier otro macho que quiera usurparlo tratando de unirse a alguna de sus hembras. 


Elefante marino hembra

Lo que presenciamos fue grandioso, el apareamiento de una pareja de elefantes.  Primero vimos a un macho que venía nadando hacia la orilla haciendo un pequeño cortejo furtivo entre las olas del mar; luego salió corriendo tras la hembra en la playa hasta atraparla, abrazarla suavemente y copular.  El acto duró sólo unos minutos y al terminar se fueron juntos al mar y se quedaron nadando muy enamorados.  Quedamos admirados y agradecidos por estar presentes justo en esos instantes ya que son hechos inusuales que pocos pueden observar.



Pareja de elefantes marinos copulando

          Los días que pasamos en esta zona de la Patagonia argentina nos llenaron de sorpresas al poder acercarnos a animales que para nosotros que venimos del trópico nos resultan tan extraños.  Habíamos llegado hasta Punta Tombo que está ubicado a los 44º latitud sur, este sería el punto más al sur que tocaríamos en este viaje.  Ahora nos dirigíamos hacia el este, a cruzar la cordillera de los Andes para llegar hasta Chile y luego volver hacia el norte.

 

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1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Los bosques nativos de Lago Puelo no son de pino, son de ciprés de la cordillera. Las demás coníferas que se pueden encontrar en el lugar, son exóticas, es decir que fueron plantadas por el hombre.
Saludos desde Lago Puelo.
C.

9:17 p. m.  

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