Potosi
Bolivia, 7 de Diciembre, 2006
El Cerro Rico
Cuenta la leyenda que Manco Kápac, el máximo gobernante del imperio Inca, llegó a estas tierras y los habitantes le ofrecieron figuras de plata como obsequio. El gobernante preguntó que de dónde las habían obtenido, entonces lo llevaron al cerro y se asombró. Dio la orden de que empezaran a explorarlo, cuando quisieron perforar el cerro se oyó un estruendo y una voz que decía: “esto no es para ustedes, es para otros que vendrán después”. Los habitantes reconocieron la voz de la Pacha Mama y decidieron dejar el cerro en paz. Desde entonces le llamaron Potojchi que significa “estruendo”.
Potosí
La ciudad de Potosí fue fundada por los españoles en 1545 a raíz del descubrimiento de minerales, especialmente plata, en el cerro rico. A partir de entonces comenzó a crecer en población y riqueza.
Esta ciudad está ubicada a una altura de 4100 metros lo que la hace ser una de las ciudades más altas del mundo junto con Lhasa en el Tibet. A pesar de la dificultad que representa esta altitud, fue la gran cantidad de plata encontrada en el cerro rico la que motivó a miles de personas a instalarse allí. Para 1610 ya se contaba con una población de 160 mil habitantes, lo cual la convirtió en la ciudad más grande, además de la más rica de América.
Actualmente Potosí es una ciudad que guarda huellas de su pasado glorioso pero que demuestra un gran deterioro. A nuestra llegada nos impresionó ver edificios imponentes como la catedral, la Casa de la Moneda y otros, y al mismo tiempo una sensación de pobreza, descuido e insalubridad.
En realidad la riqueza de Potosí siempre fue llevada a otras tierras, empezando por la corona española que explotó inhumanamente a la población indígena durante 300 años para enriquecerse.
El mecanismo que los españoles utilizaron inicialmente se denominó la mita y consistía en imponer a los indios una estancia de 4 meses trabajando en la mina seguidos por 6 años sin el requerimiento de este servicio, además de un pago en efectivo. Los indígenas aceptaron entrar a trabajar de esta forma, sin embargo, los españoles no cumplieron su parte y los 4 meses se fueron convirtiendo en tiempos indefinidos, haciendo de estos trabajadores prácticamente unos esclavos.
Los indígenas empezaron a escapar y a volver a sus pueblos de origen. Ante esto los españoles trasladaron familias completas a las minas para evitar que los mineros huyeran. La mina para ellos se fue convirtiendo en una prisión ya que una vez que entraban a ella no volvían a ver la luz del sol.
Los mineros morían dentro de las minas a causa de accidentes y de enfermedades tales como la silicosis, adquirida al respirar sustancias tóxicas. Se calcula que durante la dominación española llegaron a morir 8 millones de personas dentro de las minas del cerro rico de Potosí.
Los españoles temiendo ser contagiados nunca ingresaban a las minas, por lo que no tenían control directo sobre el trabajo de los mineros. Con el tiempo los mineros empezaron a reducir su producción al no sentirse vigilados.
La religión jugó un papel preponderante para cambiar la mentalidad de los mineros. Utilizando la figura del diablo, los españoles empezaron a inculcar temor en los indígenas introduciendo la idea de que al engañar a su patrón el diablo los castigaría.
Para apaciguar al demonio los mineros le daban ofrendas como coca, alcohol y cigarros. Irónicamente esta figura se convirtió en un protector de los mineros ya que éstos se dieron cuenta de que dentro de la religión católica el demonio es enemigo de los españoles y por tanto lo adoptaron como su aliado. Empezaron a llamarle el Dios, pero por dificultad fonética se le decía Tios y luego quedó simplemente como el Tío.
La visita.
Organizamos una visita al cerro rico con una guía llamada Susana, quien nos llevó primeramente a una bodega para vestirnos de “mineros”, con botas, impermeables, casco y linterna.
Preparados para entrar a la mina
Pasamos a un antiguo mercado minero para comprar hojas de coca, y lejía, piltanchos y cayapos (cigarros artesanales) para regalar a los mineros, que los consumen todo el tiempo.
La coca es un estimulante que tiene alcaloides que inhiben el hambre y la sed. De esta forma el minero puede soportar la larga y dura jornada dentro de la mina, además de obtener fuerzas para poder trabajar a tan extremas alturas y temperaturas, que oscilan entre los 4oC y los 45oC. La lejía (ceniza con papa, camote, banano y quínoa) se pone en la boca junto con las hojas de coca como catalizador para estimular la salivación.
En los casi cinco siglos de explotación se han perforado alrededor de 800 entradas o bocaminas, de las cuales unas 300 están en actividad hoy. Además se calcula que se han excavado más de 500 kilómetros de túneles o galerías internas. Susana nos llevó a una de las bocaminas que pertenece a la mina Paila Viri para iniciar nuestro recorrido de una hora y media dentro de la mina.
En las paredes de la entrada de la mina se veían unas manchas negras. Susana nos explicó que esas manchas son de la sangre de una llama macho que es sacrificada al espíritu de la Pacha Mama, durante una ceremonia que se realiza cada año en el mes de junio. La llama se descuartiza y se entierra justo en la bocamina. Para los indígenas, este cerro representa a la madre tierra, que en lengua quechua se dice Pacha Mama. Brindar una ofrenda a la Pacha Mama, les garantiza que el cerro produzca mayor cantidad de plata y otros minerales.
Durante el recorrido encontramos a un minero llamado Julián realizando su trabajo con métodos medievales, sin ninguna tecnología moderna. Con un pesado martillo de dos kilos golpeaba un cincel para abrir un agujero de unos 50 centímetros, ahí coloraría un poco de dinamita para ir sacando el material (especialmente zinc).
Don Julián abriendo un agujero
en la roca manualmente
Don Julián comenzó su trabajo en la mina hace 20 años, siguiendo la tradición de su padre y abuelo. Aunque se sabe de los riesgos de este trabajo, probablemente no tenga otra opción, ya que la minería es la única actividad productiva de Potosí. Algunos mineros cuentan con un taladro que puede simplificar el trabajo, sin embargo don Julián no tiene la posibilidad de comprarlo por el alto costo del mismo.
En un punto nos encontramos una especie de cueva decorada con banderitas y cintas de colores en honor a la Pacha Mama ya que como deidad femenina debe de tener adornos. Al fondo había una imagen impactante del Tío, un verdadero diablo sentado, con cachos, patas de cabra, dos enormes bolas rojas como ojos, bigotes y barba, pelo largo y la boca entreabierta para fumar. En una mano tenía una botella de licor, muchas serpentinas de colores alrededor del cuello, y entre las piernas un gran pene. Alrededor de él había muchas hojas de coca tiradas como ofrenda. Todos los viernes se realiza una reunión de los mineros para agradecer y pedir favores al Tío. Cada persona pasa a agradecer dando ofrendas de alcohol y hojas de coca, prenden un cigarro que colocan en la boca del Tío, derraman un poco de alcohol en el suelo para la Pacha Mama y luego beben, diciendo salud a todos. Este espacio también sirve como un tiempo de convivencia entre los mineros.
La mina es un laberinto de túneles que a veces son muy bajos o angostos, y otras veces se abren a mayores alturas. En algunos puntos se descienden a otros niveles, bajamos en total a tres niveles inferiores, unos 65 metros desde el nivel de la bocamina. Mientras caminábamos escuchamos algunas explosiones que se estaban realizando en otros sectores. Al salir de la mina apreciamos la luz del sol y respiramos aire fresco. Es conmovedor haber encontrado estas personas que pasan sus años de juventud en estas cuevas y que quizás cuando ya se retiran de ellas, puedan padecer de alguna terrible enfermedad adquirida en la mina.
Una señora a nuestro paso se dedicaba a seleccionar pequeñas piedras de diferentes minerales –plata, zinc, plomo; su aspecto era de una viejecita de 90 años, pero sólo tenía unos 65. Desde hace 30 años que diariamente realiza este trabajo para subsistir, ya que su esposo murió en la mina y la cooperativa de mineros le permitió ganarse la vida de esta forma para mantener a su familia.
Suena muy duro el dato de que actualmente cada año mueren cerca de 60 personas dentro de las minas; esto representa al menos una muerte por semana.
La visita al Cerro Rico de Potosí, nos da un ejemplo de que el tiempo no ha pasado en este rincón del mundo, aunque ya no hay una esclavitud declarada, la condición humana de los trabajadores sigue siendo precaria.
Etiquetas: Bolivia
1 Comentarios:
Bolivia ha ganado en popularidad gracias a sus encantos naturales.
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